viernes, 17 de diciembre de 2010

CONSIGUE el CALENDARIO 2011 de SANTAS de HOY MISMO.

                               ¿Qué vas a regalar estas Navidades?
                                                  ¿Algo de ropita?
                                             ¿Cierto aparato inútil?
                                             ¿Un libro muy sesudo
                                             o de bonitas imágenes?
                                             ¿Un juego de cuchillos?
                                             ¿Una lámpara torcida? 
                             ¿Un calendario de bomberos inflados? 

      Despeja tus dudas y regala  el CALENDARIO  2011 de SANTAS de HOY MISMO. Participa en una buena causa aportando una donación de 10 euros a la Causa Metoliana4, Ganarás un fácil acceso al Cielo o al Infierno, o a Ambos Inclusive.

        Dimensiones:  42 x 29,5  cmts.

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Nos anuncia la alegría, la potencia, el saber estar, la tranquilidad y, a la vez, la diversión más pura.

   Ha de invocarse cuando la vida se tuerza, el mundo se vuelva feo, ordenancista, rutinario y cruel; cuando nuestra sonrisa se haga mueca triste de mala baba; cuando dejemos de creer en la existencia y sólo sepamos contar euros, lesiones y malos recuerdos.








Nos saca de toda cuesta, ya sea de enero u de otro tipo. Nos hace ver que las cosas carecen de importancia. Nos eleva el espíritu y la materia sexual
  
 Ha de invocarse cuando el devenir se nos sea dado en pendiente y con pinchos; cuando el veneno de la vejez nos ensucie la mirada y la opinión; cuando olvidemos que la vida hay que vivirla.





                                                
Nos electrifica convenientemente y añade conexiones que nunca hubiéramos previsto. Nos transmite, a veces, unos calambres muy placenteros.
  
   Ha de invocarse cuando la compañía de turno nos corte la conexión telefónica; cuando necesitemos que dicha conexión regrese al ordenata o al móvil; cuando sea prioritario cambiar de compañía y no paren de darnos largas-largísimas. 



Nos electrifica convenientemente y añade conexiones que nunca hubiéramos previsto. Nos transmite, a veces, unos calambres muy placenteros.
  
   Ha de invocarse cuando la compañía de turno nos corte la conexión telefónica; cuando necesitemos que dicha conexión regrese al ordenata o al móvil; cuando sea prioritario cambiar de compañía y no paren de darnos largas-largísimas.








Nos infunde bravura y saber estar, y nos sitúa en la jodía realidad con firmeza,  sin restarnos alegría. Nos recuerda que la vida es una obra perpetua.
    Ha de invocarse cuando estemos a punto de desclasarnos hasta creer que somos vecinos/as y amiguitos/as de  Famosillos, Realezas y Estrellitas del Cinematógrafo y la Televisión; cuando las obras acometidas en nuestro domicilio particular no avancen ni de coña y, además, el capataz sea individuo que sólo sabe hablar de fútbol y de tonadilleras corruptas.








Nos hace avanzar en las diversas materias académicas y extraacadémicas, siendo la perfecta profesora que desearíamos volver a ver en los exámenes de septiembre. Nos impone los deberes más dolorosos y, a la vez, más gustosos.

   Ha de invocarse cuando las áridas materias escolares y/o sexuales no nos hagan progresar adecuadamente; cuando el "no me entra-no me entra" nos impida aprender lo que la vida nos ofrece; cuando deseemos con ardor sacar un diez.








     Nos saluda desde la alegría de vivir. Nos hace sonreír ante la bilis de las buenas y decentes personas. Nos infunde vitalidad, ganas de atravesar el ancho mar a nado, de realizar mil aventuras con final feliz y multiorgásmico.

     Ha de invocarse cuando nos den una mala contestación; cuando las playas se abarroten de familias bien avenidas en la discordia y la algarabía, de turistas cangrejeros/as, de vendedores de cosas tan inútiles como absurdas; cuando el sol ardiente, en vez de revitalizarnos, nos fría como a sardina en espeto. 









Nos sacude, desde su acogedora luz, de la brutalidad de las vacaciones. Nos libera del agobiante veranito de “en la playa y, después, en el pueblo de mis padres, cariño”. Nos hace  que, en vez de odiar más de lo debido a nuestra pareja, la amemos con mucho romanticismo y folleteo.

   Ha de invocarse cuando haya que soportar ese asqueroso y carísimo chiringuito de playa; cuando nos aturda el senderismo por pueblos cada vez más urbanizados; cuando se nos estropee la cámara de fotos ante una magnífica panorámica vacacional; cuando convenga convertir el tonto turismo en algo bello e inolvidable.








     Nos induce con fuerza al hecho primario de la recolección y del vino bueno para las mujeres y algún que otro hombre. Nos transforma lo infecundo en fecundo, lo escaso en abundante.
 
    Ha de invocarse cuando la vida se nos clave seca y avara; cuando precisemos los favores extensos de la Diosa Madre; cuando necesitemos regresar a la lactancia y a la palabra "mamá".








Nos previene, sobre todo si somos estudiantes universitarios/as, contra la explotación feroz y la falta de ciencia en este áspero país con vistas a Europa. Nos libera de másters innecearios. Nos sitúa en un correcto futuro profesional.



    Ha de invocarse cuando nos falten créditos; cuando las “boloñadas” se vuelvan tumores malignos en el expediente académico; cuando la eterna beca o el contrato en prácticas se eternicen y sea necesario ver al jefe salir esposado por malversador, acosador u otras ilegalidades.




    Nos lleva al recogimiento -fusta en mano-, a la reflexión y a no darle demasiada importancia a las adversidades vitales. Nos recuerda que en polvo nos convertiremos y que date prisa y echa los que puedas.

   Ha de invocarse cuando esa cosa moderna llamada estrés nos ponga los nervios afilados y eléctricos; cuando necesitemos un masaje; cuando precisemos sus labores y que nos cachetee ella misma las partes magras del cuerpo y el espíritu.





Nos rescata de los apuros monetarios y de los eternos fines de mes sin un céntimo.
Nos dará suerte en la Lotería de Navidad y en los diferentes juegos de azar de este mundo ludópata.

  Ha de invocarse cuando los bancos nos acucien con sus putos números rojos; cuando la jodía hipoteca se vuelva nuestro testamento; cuando el cobrador de morosos/as sea nuestra sombra; cuando no nos fíen ni en la tienda ni en casa de padres, hermanos o parientes y amigos dadivosos.




     

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