miércoles, 30 de marzo de 2011

Pornografía. Escritos viajeros. (5) De la metamorfosis de la Supramujer

V
De cómo La Supramujer pasó de
dulce divinidad a tremenda infernalidad




Pintura de Viktor Lyapkalo




   El mejor striptis jamás visto: Divina Rita despojándose de la sábana, peplo o textil similar; desnudo perfecto, de no ser por el ceñidor dorado de su cintura.

   Sinuosa, me palpaba. El rito iba muy deprisa y, a la vez, lento-lentísimo. Enmarañado en aquel rebujo de sábanas, sentía toda su viva carnalidad. Tiraba de mí obligándome a juntarme más, aún más, a los senos más firmes que leyeron mis manos, a la esfericidad húmeda de aquel magno culo respingón.

   Mis besos, en líquidos pasos de animal olfativo, iban peregrinando circularmente desde sus labios del norte a los del sur. Aquel olor. Aquel vivir la más perfecta fornicación. Aquel pecado puro, gozoso, irrepetible.  Como si el amor fuera sólo la carne de la primera y única  vez.

   Pude desmayarme, pero contesté y metí la pata, que no lo otro. Aunque ese error me salvó.




Al principio todo fue como en
una bonita película


   -¿Crees que soy vieja?
   -Ni mucho menos. Además, para tus años…
   -Entonces, ¿no te parezco joven?... ¿Tú crees que estoy gorda?

   Tendría que haberle dicho, en plan castizo y cachonduelo,  que era la jamona más estupenda y serrana que me había echado al cuerpo. Sin embargo, quise ser galante, imitar al Marqués de Bradomín, desviar finescamente las preguntitas:

   -Eres preciosa y me encanta admirarte con este ceñidor dorado, pues pareces una ninfa.

   -¡¿Cómo que una ninfa?! Querrás decir una diosa.

   -Las ninfas no están mal. Hay algunas bellísimas. Sólo basta contemplar las pinturas de los grandes maestros, como Tiziano, Rubens…

   -¿Rubens? Me acabas de llamar gorda. ¿Tú te crees que mi mágico ceñidor es sólo una faja para rollizas, que tengo tripa?

   Me eché a reír y ahí se armó, pues aquella mano de largos dedos imposibles se transformó en puño de hierro, que percutió en mi cara. Acabé en el suelo de la habitación. Después, me agarró de los pelos y me sentó de nuevo en la cama.

   El puño de hierro se hizo entonces garra de acero, con la que me sujetaba, cual muñequito, del cuello. Si no le hubiera tocado su enser femenino, habría creído hallarme ante transexual forzudo.

   -Ahora harás lo que yo te diga. Quiero que te corras en mi vagina o en mi boca.

   Lo que a otro hombre le hubiera excitado aún más, a mí me provocó un enfriamiento repentino. Por muy acojonado que estuviera, no quería, ni podía, ser un donante de semen a la fuerza. Conclusión: la erecta verga hízose piltrafa.

   Sin embargo, la anteriormente adorable y reeditada Rita Haywoth, no estaba dispuesta a perderse la ingesta de mi eyaculación. Me la chupaba con arte de vibrante lengua de víbora y temía su furioso mordisco.

   Intenté zafarme y me gané otro bofetón que me dejó casi inconsciente. Oía a lo lejos un balbucir de palabras e imprecaciones, que luego supe que eran en lengua griega antigua. Mientras, mi pobre polla retraída era friccionada cual caña de zambomba para danza infernal. Qué lejos quedaba ya su magnífico y magroso contoneo. Estaba claro que mi gatillazo promovía aún más  el furioso quehacer de aquella bestia de incendiados cabellos:

   -Treinta años de estatura en el Oráculo de Google para volver a la carne y dar con un imbécil mortal de seca fuente. O te corres ya mismo o vas a saber lo que es bueno.







Terrible visión




   Cada vez que intentaba resistirme, me ganaba un nuevo y rudo golpe. Por fin, me desmayé.

   Me desperté ensangrentado y pensando que había llegado mi hora. Aquella Rita de los demonios me amenazaba con un garrote que dejaba pequeño al del Rey de Bastos.

   -Tú ya no me sirves.

   Bonito servicio de habitaciones. Quise rezar y de mi boca salieron una tras otra las coplas de Jorge Manrique. Ante mí, se mostraban terribles representaciones de tortura y dolor infinito. Qué extraña se hace la vida a las puertas del final. Raros balidos percutían en mis oídos. ¿Así suena la muerte cuando se aproxima?







Dibujo de Franz von Bayros




   De repente, gran estrépito se adueñó de la habitación. Un rebaño de cabras enloquecidas luchaba con la maléfica Rita.  La mordían en los pechos, en el culo, en el sexo. La corneaban. Le clavaban las pezuñas. Indudablemente había pasado a peor vida y estaba en el infierno, y a buen seguro que las terribles cabras me torturarían después a mí.

   Pero el estrépito se hizo silencio y oí la voz  del cabrero sabio:

   -De buena se ha librao.

                                      (CONTINUARÁ)

sábado, 26 de marzo de 2011

Eros y Coplas (1). Del Arte y la Amistad.







Eros  y  Coplas

(1)
Del arte y la amistad.
De nuevo con Pepe Rubio











   Hace unos días, me llamó por teléfono Pepe Rubio, pintor y alma en la memoria del flamenco. “¿Qué tal Rafael? Mira, estamos preparando una exposición de pintura, escultura y fotografía y me gustaría que estuvieras”.

   Me habló de la pintora y galerista Silvia Anel, que tiene una sala-estudio en Torrelodones y quedamos el pasado jueves en mi estudio-laboratorio para mostrales unas fotos en papel y en piedra. Les advertí que el espacio de Metolcuatro se hallaba en obras, aunque el del laboratorio se hallaba a resguardo de la susodicha reforma.

   Grato fue volver a saludar y abrazar a Pepe Rubio, pues es artista auténtico y persona verdadera, casi tan primitivamente amistoso como el Flamenco mismo.

   Silvia Anel resultó mujer de trato sencillo y directo. Así, al primer toque, está claro que Silvia no pertenece a la escuela de señoritas y señoronas galeristas, esas que observan a los artistas a conveniente distancia, esas que tratan -las muy pijotas- al artisteo como a humanidad ágrafa, loca y pobretona. La exposición que organiza Silvia se inaugurará el 7 de mayo en Torrelodones, en Espacio para el Arte Silvia Anel y llevará el título “La naturaleza humana”. En ella intervendrán una serie de artistas plásticos, que anuncio en este blog al final del artículo.



 Pepe  Rubio







   Tras la selección hecha de mis fotos por Silvia, salimos de los parajes de Metolcuatro y los acompañé hasta Artebar (c/ San Bruno, 3 / La Latina), pues Pepe había quedado allí para ver a David Serva, amigo del alma de los tiempos heroicos de la movida flamenca de los 80, y hablar con Keiko, japonesa dedicada en cuerpo y voz al cante flamenco, para preparar el encuentro-actuación Flamenco por Japón, del cual también doy cumplidas referencias al final.

   Y de pronto, caigo en la cuenta de que Artebar  es el espacio olé que regenta una antigua amiga, la germánica bailaora y cantaora Anya. Además, aparece el fotógrafo japonés de flamenco y toros Shin Yamazawa, que va a participar en la expo colectiva “La naturaleza humana”, y con el que he coincidido, desde el 2004, en las expos de Interruptus (Art-Sex). O sea, que va a resultar que  Madrid es un pañuelo, que todo es un estornudo y que somos hijos de un resfriado artístico.

   Así que estuvieron hablando un ratito, suficiente para que se fuera conformando la muestra benéfica Flamenco por Japón, y para que Pepe Rubio y yo decidiéramos abrir en el Blog de Metolcuatro una sección titulada Eros y Coplas.




David Serva, al fondo






Pepe Rubio y Anya,
 intercambiándose direcciones



El fotógrafo Shin Yamazawa



Pepe Rubio y David Serva,
Amistad en el Flamenco








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EROS  y  COPLAS
(I)
Imagen y Palabra para mostrar
el Flamenco de Hoy y de Ayer.
Siete cantares y algunas fotos
del Ayer del Hoy mismo
y
del Hoy mismo del Ayer








Foto, Rafa Montesinos
Gales, 2000 


                                     Nadie se haga de ilusiones,
                                     que luego viene el demonio
                                     rompiendo las cavilaciones. 
                                                                           Bulería



Foto, Rafa Montesinos
Madrid, 2001


                             Tengo el gusto tan colmao
                                       cuando te tengo a mi vera
                                       que si viniera la muerte
                                       creo que no la sintiera.   
      Soleá


                                      Anda y no presumas tanto
                                      que otras mejores que tú
                                      se quedan pa vestir santos.  
   Bulería



Foto, Rafa Montesinos
Cádiz, 2002


                                      Vamos a juntarnos otra vez
                                       pa pelearnos de nuevo
                                       y volvernos a querer.
 Bulería



                                        Quisiera verte y no hablarte,
                                        quisiera cogerte sola
                                         y satisfacciones darte.
                   Bulería






Foto, Rafa Montesinos
Madrid, 2004



                                     Quisiera verte y no hablarte,
                                     quisiera cogerte sola
                                      y satisfacciones darte.
  Bulería


                                      La gallinita sola en el llano,
                                      ¿quién se resiste
                                      siendo gitano?
Bulería

                                       Ponte donde yo te vea,
                                       dale ese gusto a mi cuerpo
                                       aunque otra cosa no sea.
                                                                            Soleá






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La Naturaleza Humana
Pintura   Escultura   Fotografía

SILVIA ANEL         RAFA MONTESINOS
PEPE RUBIO          SHIN YAMAZAWA
DAVID GONZÁLEZ
JUANJO del CASTILLO

Inauguración     7 de mayo   2011
Espacio para el Arte Silvia Anel
Carretera de Galapagar, 27
Torrelodones (Madrid)
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Flamenco  por   Japón
Andrés Olaegui y Juan Cerro
(Dúo de guitarras acústicas)
Cuadro Flamenco Íntimo

14 de mayo  2011,  11 noche
Sala Reciclaje
C/ Carlos Martínez, 8
Guadarrama  (Madrid)
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miércoles, 23 de marzo de 2011

Pornografía. Escritos viajeros. (4) Del extraño servicio de habitaciones y la que se me vino encima.

                                                IV
Del extraño servicio de habitaciones.
La Supramujer y mi Cara de Lelo.





Pintura de Viktor Lyapkalo





   Aporreaban con insistencia:

   -Servicio de habitaciones. Abra, por favor.

   Lo hice sin pensar en las consecuencias y me hallé ante mujer madura de gran tipazo y bien guapa, embuchada con divina gracia en sábana, peplo o textil similar.

   -Vengo a limpiar y componer el suyo habitáculo.

   Y sin esperar mi respuesta, aquel bellezón entró hasta el fondo de la estancia.

El habla se me había bloqueado. Mis ojos, abiertos hasta la sangre, la seguían en su magnífico y magroso contoneo. Y mi instinto básico, a tope. Ni siquiera vergüenza tuve de estar en atuendo de calzoncillos zarrapastrosos, de tener la foto del cabrero y las tiras del Oráculo de Google adheridas a mis sudorosos miembros y torso, como si fuera un vendedor ambulante de pornografías de baratillo. Ella tan bella, tan digna, y yo, ridículo. Daba lo mismo.

   Cual autómata movido por telúricas fuerzas sexuales, entré en el aseo y me apliqué una fría ducha. Ni por estas se me pasaba el ardor. Mis húmedos pensamientos de agua y efluvios internos me hacían imaginar que ella era persona muy conocida, y si no lo era, ¿a quién se parecía? Me armé de valor y salí del cuarto de baño a enfrentarme con aquel torrente de perfecta carne.


   Iba a ponerme falsamente digno cuando, tapándome la boca con aquella mano de largos dedos imposibles, me dijo:

   -Tú, tranquilo. Te interesa saber lo que voy a contarte. Nos interesa a los dos.

   Y me sentó al borde de la cama junto a ella, muy junto a ella. Olía a flores frescas y cachondas. Casi me derrito cuando comenzó a susurrarme al oído dulcísimos vocablos en lenguas ignotas para mí. Daba lo mismo que no entendiera ni papa, que fuera una cortesana. La miraba cual bobo ante pastel jamás masticado.

   Ella en seguida comprendió que yo no estaba dotado para sus idiomas. Entonces, tras acariciarse, apretarse, sus dos turgentes pechos, habló en mi lengua con su húmeda y deseada lengua.

   -Hago esto con mis tetas, ¿se dice tetas?, no sólo para excitarte, sino para sintonizar con tu idioma de mortal de ahora.

   Qué cosas tan deliciosamente raras decía aquella supramujer pelirroja. Qué piernas, qué contornos, que cara de tonto bendito debía de tener. Estaba seguro, era clavadita a la actriz que se quitaba el largo guante, pero…

   -Deja de pensar en eso del parecido. Sé quién eres y a qué has venido a esta isla y al Oráculo de Google. Yo te puedo informar mejor que la Sacerdotisa, que el Cabrero y que todos los sueños retorcidos que puedas tener. A la Sacerdotisa le quitas las máquinas, el Internet ese y la electricidad, y no sabe ni cómo se llama. Y al Cabrero le dejas sin sus cabras marranas, y se queda mudo. Tú hazme caso a mí y déjate de teorías.

   -¡Coooño, tú eres nieta Rita Haywoth o Rita Cansinos! Eres clavadita a ella.




-¿A ella cuando era joven o cuando era un poco más…? ¿Entiendes?

   Estaba pillado. Cualquiera le soltaba al bellezón que, a pesar de que la juventud le quedara algo lejana, mantenía un tuvo-retuvo de lo más apetecible.

  -No digas nada. Las palabras, normalmente estropean la realidad. Sé que estoy un poco pasadita. Pero eso es normal.  He estado de estatua del punto Oráculo de Google más de treinta años, desde la época en que empezó la magia de la informática y sus malditas computadoras. Treinta y tantos años sin tener trato carnal, de pasmarote en el pórtico del templo, simplemente de estatua mirona. Eso envejece mucho y yo necesito amar.

   Paralizado, acojonado; eso era poco:

   -Verás, Rita o quien seas. Yo no tengo nada, ni dinero, ni ganas a estas horas tan mañaneras-. Esto último, como se comprenderá, era mentira cochina, pero que muy cochina.

   Pero sus brazos me asediaban y su aliento me envenenaba el sentido y el sexo. Le dije que estaba casado, que era un maridito sumiso, que era maricón perdido, inapetente, impotente, muerto en vida. No se tragó ninguna de mis mentiras. Muy al contrario, mi estúpida verborrea la excitaba más, la llevaba a todos los territorios de mi anatomía en calzoncillos, al termómetro de mi temperatura sexual. Tocado.

   -No me creo nada, hombrecillo. Sólo sé que estás aquí.

   Madre mía. Yo sin afeitar y en gallumbos zarrapastrosos.

                                                (CONTINUARÁ)





Mosaico pompeyano

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lunes, 21 de marzo de 2011

JUANA VÁZQUEZ invitada por RAFA MORA y MONCHO OTERO. En Libertad 8.




Rafa  Mora  y  Moncho Otero
(guitarras y voces)

INVITARON  A
Juana  Vázquez
(poesía y voz)

Domingo 20 de marzo
2011
19.00 horas

Café Libertad 8
C/ Libertad, 8
Madrid










   Nueve días después, Mayte y yo regresamos a Libertad 8. Cuánta poesía musicada, cuánta música poetizada guardan las paredes de este veterano local. Y para jóvenes veteranos la pareja de cantautores Rafa Mora y Mocho Otero, con tres cedés a la espalda, que ofrecieron a los asistentes, con oferta incluida, al comienzo de la sesión.

Había que empezar con cierta puntualidad, pues a las 21.30 horas se anunciaba Fiesta de la narración oral, es decir un montón de cuentacuentos y cuentacuentas y, claro, no era plan hacer una torta o amalgama de verso, prosa narrativosa, con harina de música en voz y guitarra.

   Principia Rafa Mora luchando con el micro que le apuntaba los genitales, y aunque canta de cojones no parecía propio el asunto. Le acompaña un ciertamente cansado, pero jovial, Moncho Otero. Hay versos en el pentagrama, luna y carta de la siempre querida, pensada y reída Gloria Fuertes. De igual modo oímos como recitan en deambular rítmico algo para ligar, ¡con éxito sexual!, de Mario Benedetti.

   Después vendría la música del poema La Araña, de ese veteranamente joven poeta zamorano que es Jesús Hilario Tundidor; un poema de amor abolerado y con silbidos de acompañamiento del lírico Rafael Morales. Y para finalizar el primer bloque o capítulo, que lo de bloque suena a ladrillo o a jevi-rock, regalaron a Juana Vázquez, poeta invitada en esta sesión, una versión musical del poema, que al principio la poeta no recuerda, en el que se repite mucho el verso u estribillo “me vendaron los ojos”.














   Segundo capítulo. Sale Juana Vázquez. Nos habla que a los dieciséis años comenzó a escribir poemas, que durante la carrera filológica se le quitaron las ganas, que dichas ganas las retomó con treinta primaveras y que ya se dispone a leer. Para no hacer longo el asunto resumo lo que se me quedó y anoté en mi libreta de campo lírico: Sueño de un sueño... Miedo al laberinto y el silencio… Miedo de ser un sueño de sueño… Pájaros y desamparos… Cegará blanca la noche… Palabras de sombra cerrado el círculo.









   Tercer capítulo. Irrumpe con elegante donosura y guitarra en ristre la cantautora Clara Ballesteros. Nos deleita con, suave y firme la voz, la letra de una poeta hispanoamericana-centroamericana cuyo nombre se me escapa, aunque anoto estos versos, algo descuartizados: El eclipse dulce de tu cuerpo y mi cuerpo… No hay eclipse más dulce que tu cuerpo y mi cuerpo. La verdad es… qué cosas más hermosas se pueden decir del amor y su cópula. Y como Pablo Guerrero se hallaba en la sala (¡qué honor!), Clara canta una canción del maestro de cantautores: Un silencio resbala en su espalda…  Y no sé si fue la emoción que me embargaba o el regustillo musical, lo cierto es que me entraron unas ganas de fumar… Y salí a la calle a hacer lo propio.









   Cuarto capítulo. Tras la dosis nicotínica conveniente, Mocho Otero y Rafa Mora se encontraban explicando que iban a musicar un poema de Manuel López Azorín. Y lo hicieron con sumo gracejo, pues La verdad es relativa. No hay valor absoluto. A continuación, hicieron lo mismo con poema de Carolina Negrilla, que hace ya sus años ganó un concurso para chavalitos/as que convocaba la Comunidad de Madrid y que decía ingenuas y tiernas cosillas como que Madrid es una ciudad donde vive mucha gente… Es fenomenal esta mezcla cultural. Y finalizando ello, se ponen cubanos, aunque confiesan que no han estado en la isla, y nos regalan una guajira, que es como decir una paletada o cosa de campo, pero en cubano, que así queda más lustroso. Dicha guajira iba de un largo lagarto verde, con ojos de piedra y agua.













 

   Quinto capítulo. Juana Vázquez irrumpe con poemas solidarios de Nos más Otros. Se vuelca en la conciencia. Se apasiona y apasiona al auditorio. Se remansa y nos adentra en extrañas visiones oníricas pues, según ella, me puedo convertir en una oruga… ¿estoy dormida o muerta?... A mí, por lo menos, me dejó un tanto sobrecogido.








   Sexto y último capítulo. Despedida breve de Mocho y Rafa. Poema de Juana Vázquez (Fuera los falsos espejos) y de Gloria Fuertes: Los hombres no supieron/ que hubo hombres que escribieron para ellos. Emocionante, como acostumbran.

   Y fin de la sesión, que venía el largo cuento de los cuentacuentos.












   Me lo pasé bien, entre amigos que saben lo que hacen sobre el pentagrama, el ritmo, el compás y el verso.

















   Bien estuvo pagar un suplemento por tan buen e íntimo espectáculo. Aunque estaría mejor que no sólo cobraran los músicos. Que cuando lean los poetas, también sus versos sean objeto de retribución en euros. Pero ya se sabe. En este país los poetas arrastran la fama de la pobreza, el gratis y más vale que no digas nada que la próxima no irá a escucharte ni una mosca que pasara por allí. Qué país.



Texto
RAFA MONTESINOS

Fotos
MAYTE PAÑEDA + RAFA MONTESINOS
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