sábado, 16 de junio de 2012

Llega el Verano




Prosas rabiosas
LLEGA   EL   VERANO


   Llega el Verano, escrito con mayúscula, aunque el diccionario diga que no, que no es suficiente tanto calor y tranquilidad de esas tardes prolongadas en horas dormidas.

  Llega el Verano de la ciudad abrasante, de la piscina ruidosa, del viaje porque hay que viajar, de la siesta en el sexo, de la luz invadiendo la antigua noche, de la rutina quebrada, de los amores extraños y necesarios, de los cuerpos desnudos en el bronce, de un beso que sabe a más porque simplemente llegó el Verano.







Fotografía:  RAFA  MONTESINOS




Hay en Verano una vocación sureña, una playa imaginada como un trocito del Paraíso Perdido en el que vivíamos acuáticos y desnudos y que hoy es sólo un Manhatann con derecho a arena, a vecinos familiares y gordos, a ruido, a balones voladores, a tetas blancas, acangrejadas y finalmente morenas.

   Hay en Verano una ciudad, que dicen que es nuestra y de la que se huye, de la que se maldice, de la que no podemos escapar pues hay crisis y los ciudadanos ya no tienen derecho a vacaciones pagadas sino a hipoteca, a sin-trabajo, a sacar el dinero debajo de unas piedras que escupen fuego y miseria, y no opulentos placeres y buen sexo porque tendría que ser Verano y este verano no queda más remedio que irse al pueblo de los abuelos a rememorar la posguerra.

   Llegará el Verano y desplegaremos nuestros grandes proyectos, nuestra lujuria fermentada en invierno, en anodinas tardes de frío y humo ciudadano. Pues nadie está libre de las mentiras del Verano, ni de su sal venenosa, ni de esos señores que viajan a países exóticos de geografía por catálogo.

   Oh Verano, ¿quién te fabricó en invierno? ¿Quizás eres una pesadilla del invierno?

   Tal vez los versos de mi padre tengan razón:

          Qué breve fue el verano. Anduvo entre nosotros
          igual que anda la dicha entre los hombres.




Fotografía:  RAFA  MONTESINOS


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